La urbanizacin se dinamiza en relacin al transporte.
Al concepto, que es bastante viejo, viene a sumarse una palabra de reciente pecunio en cualquier proyecto: sustentable.
La situación de la creación permanente de espacios de vivienda, o de edificios o cualquier emprendimiento constructivo afecta al transporte.
Ya no es posible pensar espacios de inversión inmobiliaria sin incluir la problemática del transporte.
El edificio del futuro, que se está pensando para la ciudad del futuro, se planea con un concepto de flujo para personas, servicios y bienes.
En ciudades populosas, es poco probable que se pueda revertir el normal movimiento del transporte urbano, lo que es paradójico, algo que se podría reformular, como lo es el circuito del transporte urbano, tiende a no cambiarse, y algo que se quedará fijo, como una construcción tiene que moverse para acomodarse a la situación del flujo del transporte urbano.
Al conjunto de esta fórmula se lo llama grado de habitabilidad, por lo tanto, ese es uno de los puntos importantes a analizar a la hora de realizar una inversión en bienes raíces.
En una ciudad como Buenos Aires, esta situación de permanecer con los mismos circuitos de transporte no ocurre para el transporte público únicamente, en nuestra ciudad no hay estímulos suficientes para abandonar el uso del coche y optar por otras alternativas, por diferentes razones.
Una de ellas, es la resistencia al método compulsivo, en nuestro país, se dan órdenes, se sacan leyes, no se ha encontrado el modo en que la gente use los transportes alternativos para trasladarse que no sean los coches particulares.
Parte del problema es la mala conservación y disponibilidad de esas alternativa, el subte o el ómnibus, que suelen abarrotarse, razón que a su vez es la que impide que se analice la posibilidad del cambio en recorridos que mejore el flujo controlado hacia espacios más controlados o menos contracturados.
El último cambio que se realizó, en forma parcial, en el que avenidas importantes históricamente de una sola mano, ahora son de dos, no ha generado el alivio que se esperaba, sino por el contrario, parece que el redirigir el tránsito en los mismos espacios, en ambas dirección, ha provocado accidentes y no la disminución de los cuellos de botella.
El proceso no sólo afecta a la conveniencia geográfica en la construcción, sino también el coste, ya sea por impuestos, por distancia, por cercanía a las zonas en las que se desarrollan actividades comerciales, de entretenimiento o de estudio.
Si además se suma a ello el concepto de sustentable, parece que estamos lejos de una ciudad en la que la energía que se debería usar se comience a ahorrar.
Entre otros conceptos, sustentable implica no agregar al problema otro mayor, y si las zonas constructivas ya implican zonas de conflicto en el transporte, hasta ahora, las empresas desarrolladoras, al no poder intervenir sobre el flujo, interviene en la calidad de vida. Edificios de alta gama, con comodidades de Country están apareciendo en espacios históricos de oficina, como en zona de Congreso o en el centro, a los que se le agrega los edificios en áreas de educación, edificios en el distrito tecnológico.
Estos proyectos, a su vez, aportan al proceso de gasto energético, de polución, quién sabe, al abarrotamiento en el transporte.
Quién sabe, la solución no estaría en una distribución diferente del transporte y en alternativas desde las empresas, por ejemplo, el dispositivo iniciado en la ciudad del uso de bicicletas, no parece responder a las necesidades de la mayoría que necesita trasladarse.
El ciudadano común, que tiene que trasladarse, busca alternativas en la vivienda, cerca de su trabajo, y a la medida de su bolsillo, sumado a la falta de créditos, el problema de la urbanización y el transporte parece lejos de una solución.